La producción masiva de cepillos de dientes en Estados Unidos no comenzó hasta 1885.
Estaba hecho de hueso con cerdas de cerdo siberiano.
La principal desventaja de las cerdas de cerdo era que el cepillo de dientes no se secaba bien, las bacterias proliferaban rápidamente y las cerdas se caían prematuramente.
No era ideal para la higiene, había que remojarlo en lejía para desinfectarlo lo menos posible.
Pero lo cierto es que hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, el hábito de cepillarse los dientes a diario no estaba muy extendido.
Esta medida de higiene despegó después de la guerra porque se hizo obligatoria para los militares.